¿Cómo dejar de mordernos las uñas de una vez por todas?

Morderse las uñas es un hábito muy común en niños y adolescentes. Una de cada tres o cuatro personas se muerden las uñas a estas edades y, aunque esta conducta tiende a desaparecer con la edad, también es relativamente frecuente en adultos. Lo disponibles que están nuestras manos, que siempre nos acompañan, es uno de los motivos que hacen tan difícil eliminar esta costumbre, especialmente una vez arraigada después de muchos años.

Pese a que pueda parecer un hábito inofensivo, el hecho es que conlleva consecuencias negativas para quien lo realiza: deteriora las cutículas, genera dolor en la punta de los dedos, puede desgastar y aumentar la sensibilidad en los dientes y aumenta la transmisión de hongos, bacterias y parásitos, que están especialmente presentes en la zona de las uñas. A esto se le une el malestar psicológico que genera a algunas personas la apariencia de sus manos.

Pese a ello, se trata de un hábito tan automático que resulta difícil eliminarlo solo con "fuerza de voluntad", por lo que a continuación proponemos algunas pautas que te ayudarán si este es tu objetivo.

¿Por qué nos mordemos las uñas?

En primer lugar, intentemos comprender un poco más en qué consiste este comportamiento. ¿Por qué comenzamos a mordernos las uñas? Es posible que las primeras veces lo hiciéramos imitando a otra persona o para reemplazar puntualmente a las tijeras o el cortaúñas. Sin embargo, lo que verdaderamente importa es que, a base de repetirlo, se convirtió en un hábito muy automatizado, es decir, un comportamiento que realizamos sin darnos cuenta, simplemente por tener accesibles nuestras manos.

Es posible que esta tendencia a llevarnos las manos a la boca aumente en ciertas situaciones como, por ejemplo, momentos de estrés o preocupaciones, aunque también puede relacionarse con situaciones de concentración, aburrimiento o momentos específicos en los que tenemos las manos desocupadas o más cerca de la cara (p. ej., apoyadas en una mesa).

Por ello, lo primero que tenemos que hacer es romper ese automatismo y aprender a identificar los momentos en los que es más probable que nos mordamos las uñas, para frenar la cadena lo antes posible. Aunque esto pueda parecer simple, tiene su complejidad y debe acompañarse de medidas para aprender a utilizar nuestras manos de otra forma y a cuidarlas correctamente si queremos conseguir un cambio permanente.

¿Cómo dejo de morderme las uñas?

  1. Identifica en qué momentos y situaciones es más probable que te muerdas las uñas: generalmente nos mordemos las uñas sobre todo en aquellos momentos en que tenemos las manos desocupadas (p. ej., viendo la televisión). Es posible que te muerdas más las uñas cuando estás trabajando o descansando, cuando estás concentrado o pensando en alguna preocupación, en períodos de nerviosismo o tensión, etc. Presta atención a cuáles son los momentos concretos en los que tú sueles morderte las uñas. Para ello también puede ser útil pedir a otras personas de tu entorno que se fijen y te lo indiquen, ya que es posible que a ti se te pase desapercibido muchas veces.

  2. Haz cosas incompatibles con tus manos: una vez tengas una lista de momentos en los que es más probable que te muerdas las uñas, busca cosas alternativas que puedas hacer para mantener tus manos ocupadas. Por ejemplo, mantén las manos cruzadas o en los bolsillos, sujeta algo con ellas (bolígrafos, pelotas de goma...), etc.

  3. Aleja tus manos de la cara: presta atención a dónde están tus manos la mayor parte del tiempo y procura mantenerlas lo más lejos posible de tu boca. Piensa que la conducta de morderse las uñas no empieza cuando tus manos están en tu boca, sino cuando comienzas a acercar tus manos a ella (p. ej., para tocarte la cara o sujetarte la cabeza). Te resultará más sencillo cortar la cadena cuando aún estás acercando tu mano a tu boca que cuando ya estás mordiéndote una uña.

  4. Utiliza sustancias que te ayuden: actualmente en las farmacias venden productos muy eficaces que se aplican en las uñas de modo que, cuando entran en contacto con la boca, generan un sabor tan desagradable que te ayudará a darte cuenta de lo que estás haciendo y a mantener las manos a raya. Si optas por ayudarte de estos productos, es importante que, pese a su sabor desagradable, continúes usándolos sistemáticamente durante 3 o 4 semanas, pues dejarás de sentir el sabor lógicamente a medida que dejes de acercar tus manos a tu boca. Utilizar este producto será mucho más eficaz si lo acompañas de las demás pautas que te ofrecemos en estas líneas.

  5. Cuida tus uñas a medida que vayan creciendo: Si llevas mucho tiempo mordiéndote las uñas es normal que no estés acostumbrado a cortarlas o limarlas y puede resultarte incluso molesto tener que dedicarles este cuidado adicional que antes no era necesario. No te preocupes, es un hábito sencillo y con un poco de práctica lo incorporarás. Dedica cinco minutos cada dos o tres días a cuidarlas. Si lo deseas, poner esmalte (transparente o de colores) también te ayudará a verlas bonitas y a frenarte antes de morderlas.

  6. Disfruta de los beneficios de no morderte las uñas: Dedica un momento a pensar, ¿por qué quieres dejar de morderte las uñas? ¿Por estética, por salud…? A medida que vayan pasando los días sin morderte las uñas, recréate en los pequeños resultados que vas obteniendo. ¿Te dolían antes los dedos y ya no notas apenas molestias? ¿Tus uñas van estando más lisas y rectas? ¿Te desaparecen los padrastros y pellejos que solías tener alrededor? ¿Te sientes más cómodo enseñando tus manos públicamente? ¿Por fin puedes pintar las uñas? Dedica tiempo todos los días a pensar en ello y a disfrutarlo: tomar conciencia de beneficios concretos y tangibles te ayudará a seguir siendo sistemático en el futuro. Y si quieres puedes compartir tus logros con tus personas de confianza.

  7. Si vuelves a morderte las uñas no te desanimes, todo proceso de aprendizaje implica errores (piensa en las veces que se cae un niño cuando está aprendiendo a andar). Lo importante es que no te des por vencido ni te des permiso para seguir mordiéndotelas. En cuanto detectes que has vuelto a morderlas o que estás recuperando el hábito, detente, aleja tus manos de tu boca y espera unos minutos: las ganas de morderse las uñas desaparecen después de un tiempo. Y ahora piensa, ¿por qué has vuelto a morderte las uñas? ¿Has pasado por una época estresante? ¿Empezaste sin darte cuenta? ¿Has seguido correctamente los pasos que te hemos planteado? Es fundamental que identifiques dónde ha estado tu error o dificultad y busques alternativas para afrontarlo la próxima vez. Una vez lo tengas claro vuelve al principio: cada vez que lo intentes te será más sencillo.

¿Y si quiero ayudar a otra persona a dejar de morderse las uñas?

Lo primero que debemos tener en cuenta cuando queremos ayudar a otra persona a cambiar un comportamiento es que el cambio depende sobre todo de la otra persona y nosotros poco podemos hacer si él o ella no quiere dejar de morderse las uñas.

Con frecuencia imponemos nuestro deseo de que la otra persona (nuestro hijo, nuestra pareja, nuestro amigo…) deje de morderse las uñas y lo hacemos mediante regañinas o “tortazos” cuando la encontramos con las manos en la boca, etc. Esto puede funcionar en algunos casos, pero en muchos otros puede contribuir a que la otra persona se enfade, a que se ponga más nerviosa (lo que puede aumentar sus ganas de morderse las uñas) o a que deje de morderse las uñas en nuestra presencia pero lo siga haciendo a nuestras espaldas.

Por ello, resulta más eficaz preguntar respetuosamente si quiere dejar de morderse las uñas, plantearle los motivos por los que le convendría hacerlo (cuando el tema de conversación sea oportuno, y no de manera constante o en público) y ofrecernos a ayudarla de manera positiva si ella quiere. A veces nos encontraremos un “no” inicial pero si actuamos de esta forma es más probable que se transforme en un “sí” con el tiempo.

Una vez la persona acepte nuestra colaboración o indique que tiene ganas de dejar de morderse las uñas, las mejores formas que tenemos de ayudarla son las siguientes:

  • Proporciónale información como la que se indica en este texto o, si se ha intentado de manera repetida y sistemática y aun así no se consiguen resultados, pedid asesoramiento a un psicólogo.

  • Ayúdale a identificar los momentos en que se muerde las uñas (p. ej., avisarle si lo hace viendo la tele, cuando está nervioso, etc.). Esto significa simplemente señalárselo o hacérselo ver de manera inmediata y clara pero sin hacer comentarios negativos o despectivos (p. ej., “Cuidado, que te estás mordiendo las uñas”, con cara amable, es mejor que “Ya estás otra vez”, con cara de impaciencia).

  • Sé sensible a sus pequeños progresos (p. ej., estar un día entero sin morderse las uñas) y reconóceselos. Alégrate con él o ella cuando sus uñas vayan creciendo y sus manos estén más bonitas.

  • Si hay algún retroceso y vuelve a morderse las uñas con más frecuencia, házselo saber de forma cálida, ayúdale a identificar qué ha podido pasar y recuérdale que eso no es razón para dejar de intentarlo y que cuanto más sistemático sea más fácil le resultará.

En resumen, debemos entender que morderse las uñas es un hábito que no hacemos porque queramos o porque no tengamos fuerza de voluntad, sino porque está muy automatizado y tenemos que ir haciéndolo consciente para ponerlo bajo nuestro control. Este proceso requiere sobre todo mucha sistematicidad y atención, por lo que es importante que te lo plantees como una meta importante y le des prioridad durante las primeras semanas. Después de un tiempo te resultará mucho más fácil de cortar y te olvidarás para siempre de esta desagradable costumbre.


Irene Fernández Pinto

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Psicóloga con autorización sanitaria colegiada con número M-22996. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) y máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud (UAM-UNED).


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