¡Vacaciones en pareja! ¿Cómo sobrevivo?
Llegan las vacaciones… Ese momento que llevas esperando con ansia todo el año. Pero, en muchas ocasiones, las anheladas vacaciones terminan siendo mucho menos placenteras de lo que nos esperábamos. Las estadísticas incluso reflejan un incremento de divorcios y separaciones tras los meses de verano. ¿Qué es lo que nos sucede, es el calor que nos nubla el juicio? En realidad, en vacaciones se dan muchas situaciones distintas que, aparte de romper con la rutina fielmente instaurada en nuestras vidas, suponen un cambio que muchas veces no sabemos gestionar.
Si las vacaciones son para disfrutar, ¿por qué no paramos de discutir? Seamos realistas. Preparar unas vacaciones no es sencillo. Desde el primer momento supone tomar una serie de decisiones de entre un amplio abanico de opciones y, por si esto fuera poco, esas decisiones se toman entre dos. Decidir cuál será el destino, cuántos días, cómo ir hasta allí, quién conducirá, o en qué se invertirán los días de vacaciones puede llegar a ser motivo de conflicto con tu pareja. Y es que aquí afloran los primeros desacuerdos: uno quiere playa y otro quiere montaña. Uno adora tomar el sol y el otro no lo soporta. Uno quiere coger avión y el otro no puede ni pensarlo del miedo que le da. A uno le encanta pasar horas y horas planificando y el otro prefiere quebrarse la cabeza lo menos posible.
¿Qué podemos hacer cuando aparecen estas diferencias? Para empezar, hay que romper con el mito de que los miembros de una pareja tienen que ser tan iguales tan iguales que se complementen a la perfección. Pues bien, ¿cuántas personas de nuestro entorno conocemos cuyos gustos sean exactamente iguales que los nuestros? Posiblemente pocas. En pareja sucede lo mismo. Habrá cosas que nos gusten a los dos y habrá gustos y preferencias que sean individuales. Y estas diferencias, aparte de ser normales, no tienen por qué ser insalvables. La mejor forma de manejar estas diferencias es negociando y aprendiendo a ceder en ciertos momentos, a cambio de que la otra persona ceda con otras cosas. Por ejemplo, si mi pareja es una forofa del fútbol y en las vacaciones hay un partido importantísimo, quizás esa tarde no sea la mejor para ir a visitar el museo de arte contemporáneo. En estas situaciones se pueden hacer varias cosas:
Decidir dedicar esa tarde o ese día a hacer algo que le guste a tu pareja, a cambio de que se dedique la siguiente tarde o día a hacer algo que te guste a ti.
Pasar la tarde o día cada uno por su cuenta, disfrutando de aquello que más os gusta por separado. Romper con el mito de tener que hacerlo todo juntos es una buena forma de disfrutar y desconectar en vacaciones que puede incluso ayudar a fortalecer la pareja, fomentando la individualidad de cada miembro. Y, por si fuera poco, ¡tendréis mucho que contaros por la noche!
Por otro lado, estar inmersos en la rutina suele conllevar dedicar mucho tiempo a organizar y planificar el día a día, a resolver problemas, a gestionar con quién dejaremos a los niños, quién irá a la compra… Estos temas, tan necesarios, suelen copar las conversaciones que tenemos con nuestra pareja. Sin embargo, cuando uno está de vacaciones no tiene que preocuparse tanto por estos menesteres. Y eso suena maravillosamente bien… hasta que te encuentras con tu pareja sin saber de qué hablar o sin saber cómo disfrutar de esos momentos de no hacer nada juntos. Pero ¡que no cunda el pánico! Esto es más común de lo que parece. Simplemente responde a la pérdida de hábito de hacer algo, y es perfectamente recuperable. Para ello, un ejercicio interesante puede ser prohibirse hablar de temas cotidianos o referentes a la organización en ciertos momentos de las vacaciones, o incluso, pactar un momento determinado para hablar estos temas, tratando de no retomarlos el resto del tiempo. También es importante recordarnos a nosotros mismos que no es necesario llenar cada espacio de nuestras vacaciones de actividades para aprovecharlas al máximo, pues descansar tumbado en la playa junto a tu pareja mientras tenéis una charla intrascendente es una manera excelente de desconectar. Del mismo modo, las vacaciones también pueden ser un buen momento para llevar a cabo actividades que no podéis realizar durante el resto del año (qué fue de aquel balneario al que nunca llegasteis a ir). Encontrar un equilibrio entre actividades y momentos de descanso entre la pareja será fundamental para disfrutar de unas vacaciones placenteras y reponedoras.
También hay que tener en cuenta que en vacaciones aumenta enormemente el tiempo de convivencia real. Aunque nuestra pareja forme parte de nuestro día a día, normalmente estamos inmersos en nuestra rutina de trabajo, clases y mil y una tareas por hacer, y mantenernos ocupados suele ser un perfecto difuminador de los problemas. ¿Qué sucede cuando dejamos de estar ocupados? Es posible que dediquemos más tiempo a pensar y a darle vueltas a las cosas que no nos gustan, a pequeños roces de la convivencia que, con mucha probabilidad, antes también estaban pero no identificábamos o no teníamos tiempo para darles más importancia. Pero no desesperemos, el incremento de las horas que pasamos junto con nuestra pareja puede ser maravillosamente placentero si sabemos cómo gestionar estos pequeños roces de la convivencia. Para ello es importante mantener una buena comunicación con nuestra pareja. ¿Cómo llevar esto a la práctica?
Analiza la gravedad de la situación: cuando detectes que algo te ha molestado, identifica si estás muy enfadado o solo algo molesto. Muchas veces sentimos emociones desproporcionadas a la situación, y esto puede estar sucediendo porque estemos acumulando esa reacción emocional ante muchas conductas de nuestra pareja sin que se lo estemos trasmitiendo (llenando poco a poco el vaso hasta que llega una situación que lo hace rebosar). También puede suceder cuando describimos lo que nos pasa usando palabras como siempre, nunca, o adjetivos extremos como fatal, horrible… (por ejemplo, nunca va a cambiar, siempre hace igual, esto que ha hecho es horrible...). Si detectas que esto te está sucediendo, trata de distraerte: pensar en otras cosas o fijarte en otros detalles, planificar qué haréis o centrarte en esa canción que tanto te gusta son ejemplos de cosas que puedes hacer. Distraerte te ayudará a bajar el nivel de activación y, cuando estés más calmado, analizar la situación será mucho más sencillo. Pregúntate si lo que ha sucedido realmente es tan grave, si esa situación está acorde con un enfado tan grande. Descubrirás que muchas veces estamos sobrerreaccionando ante lo que nos pasa y, por el camino, estamos sufriendo.
Da el paso, transmíteselo a tu pareja: una vez que nos hemos despojado de las emociones sobrantes que nos generaban tantísimo malestar, es decir, una vez que hemos ajustado la gravedad de la situación que nos ha sucedido, ¿qué hacer para solucionarla? Pues bien, si es algo que te gustaría que tu pareja cambiase, será imprescindible que se lo hagas saber. Y es que hay un mito que habla de que si tu pareja te quiere, sabrá perfectamente lo que quieres y necesitas. Y la realidad es muy diferente. Por eso, una forma de derrotar este mito y mejorar la relación de pareja es recordándote a ti mismo que tu pareja no puede adivinar lo que piensas. Por tanto, toma las riendas de la situación y sigue los siguientes pasos:
Busca un momento adecuado, en el que no estés enfadado. ¡Incluso en el que estéis pasándolo bien! Rompe con el mito que defiende que transmitir una queja estando de vacaciones o mientras te lo pasas bien es arruinar el momento. Por el contrario, si esperamos a estar enfadados y discutiendo para decir lo que nos molesta, dificílmente conseguiremos decirlo de manera adecuada y mucho menos que nos escuchen y atiendan nuestra petición de cambio. ¡Estando de buen humor se reciben mejor todo tipo de mensajes! OJO, teniendo cuidado con cómo se transmiten.
Expresa la crítica de forma concreta, haciendo referencia a la conducta que te molestó de forma descriptiva. Por ejemplo, esta mañana has dejado la taza del café sin fregar, huyendo de valoraciones como ¡eres un desastre, siempre dejas los platos súper sucios! Por supuesto, hay que huir también de palabras como siempre, nunca y generalizaciones sobre la persona como eres muy egoísta.
Expresa cómo te hace sentir, en primera persona, que la otra persona actúe de esa manera. Siguiendo con el ejemplo anterior, esto me disgusta.
Ofrece una alternativa de conducta que sería satisfactoria para los dos, pensando en cómo os podría hacer sentir a cada uno. Por ejemplo, me gustaría que la próxima vez te acordases de limpiar la taza del café, al igual que yo estaré pendiente de limpiar la mía, para que estemos más a gusto los dos.
Aprender a transmitirle quejas a nuestra pareja es fundamental si queremos mejorar la calidad de la convivencia, y es de vital importancia en nuestras vacaciones, porque además salimos de nuestra “zona de confort” y pasamos a vivir, por un tiempo, en lugares diferentes. Las señales de nuestro día a día que marcan nuestra forma de comportarnos se desvanecen, y esto puede ser así incluso en tareas de organización y limpieza pudiendo olvidarnos de llevarlas a cabo.
Por último, pero no por ello menos importante, no debemos olvidar que vivimos en una sociedad muy exigente. La presión por desarrollar adecuadamente nuestros compromisos y exigencias laborales y formativos se está traspasando progresivamente a la exigencia por aprovechar y pasarlo bien en nuestro tiempo libre y que nuestra pareja también lo haga. Y, paradójicamente, la expectativa de lo perfectas que deberían ser nuestras vacaciones puede ser la maldición que recaiga sobre nosotros y nos lleve a pasar las peores vacaciones del mundo. ¿Cómo evitar que esto suceda? Es muy importante recordarse a uno mismo que las vacaciones siguen siendo parte de nuestra vida, que no estaremos perfectos anímicamente por el simple hecho de estar de vacaciones y que la meteorología es inmune a nuestro horario laboral. Pero podemos hacer cosas esenciales para permitirnos disfrutar:
Trata de no anticipar ni imponerte lo que deberías hacer porque no hay ningún estándar sobre cómo utilizar las vacaciones más allá de lo que a cada uno le apetezca.
No te impongas tampoco cómo te deberías sentir, porque las emociones pueden ser de muchos tipos a lo largo del día y seguramente también experimentemos emociones negativas estando de vacaciones, sin que esto signifique necesariamente que estén siendo malas vacaciones.
Si aparecen imprevistos, algo totalmente normal y esperable, buscar alternativas posibles sin recrearnos durante horas y horas en lo que ha ido mal. A veces un día lluvioso puede depararnos el descubrimiento de un sitio encantador e inesperado donde tener una conversación interesante con nuestra pareja.
Si necesitáis ayuda para poner en práctica algunas de estas recomendaciones u os preocupa el deterioro de vuestra relación de pareja durante las vacaciones, estamos a vuestra disposición para ayudaros.
Elena Gálvez Delgado
Psicóloga general sanitaria colegiada con número M-34545. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA). Miembro del grupo de investigación Acoveo.