Tú y el dinero, ¿quién controla a quién? Claves para mejorar tu economía doméstica

Nos guste o no, el dinero desempeña un papel importante en nuestras vidas, pues nos permite acceder a numerosos bienes y servicios, unos necesarios y otros superfluos pero gratificantes. Por ello, la mayoría de nosotros dedicamos gran parte de nuestras vidas a trabajar para conseguirlo. Cuando el dinero escasea o nos cuesta gestionarlo de forma eficiente puede convertirse en una gran preocupación y motivo de muchas angustias, conflictos y problemas complicados. El objetivo de este artículo es ofrecerte algunas ideas que te puedan ayudar a que el dinero se convierta en una herramienta a tu disposición en lugar de un obstáculo en tu vida.

Cambiando nuestra concepción del dinero: del consumo a la libertad

Un primer paso que puede ayudarnos a mejorar nuestra relación con el dinero es cambiar la forma en que lo concebimos. Actualmente vivimos en una sociedad que fomenta el consumo y estamos continuamente bombardeados por mensajes publicitarios, unos explícitos y otros sutiles, que nos impulsan a adquirir muchas más cosas de las que necesitamos. Esto nos lleva a concebir el dinero como un mero instrumento que podemos intercambiar por otras cosas que necesitamos y nos apetecen.

Sin embargo, es importante reconocer que el dinero, o la falta de este, tiene consecuencias más decisivas en nuestra vida. Con demasiada frecuencia nuestra relación con el dinero nos esclaviza: parece que estamos en una continua carrera de obstáculos para poder ganar lo suficiente para hacer frente a todas nuestras deudas y gastos; una carrera que no se acaba nunca pues parece que cada vez tenemos más “necesidades” sin cubrir y mayor agobio para poder satisfacerlas. Esperamos al siguiente sueldo, la siguiente paga extra, el siguiente ascenso o cambio de trabajo… con la esperanza de que por fin podamos ir un poco más desahogados, pero estas esperanzas casi siempre se frustran, pues parece que cuanto más tenemos más gastamos.

Por el contrario, comenzar a concebir el dinero como un medio para aumentar nuestra libertad y nuestra tranquilidad puede ayudarnos a ganar mucha calidad de vida. Reducir nuestras deudas e incluso llegar a tener un colchón de ahorros suficiente nos permitirá vivir más relajados, no tener la sensación de “tener el agua al cuello” a fin de mes e incluso hará que nuestras preocupaciones laborales se vuelvan menos angustiosas. También nos dará más valor para atrevernos a tomar decisiones en consonancia con nuestros valores, nuestra ética y nuestras prioridades, en lugar de tener que plegarnos por completo a las exigencias y demandas del mercado.

“No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita”

Este conocido aforismo sintetiza la finalidad que persiguen la mayoría de las estrategias que vamos a proponerte para mejorar tu relación con el dinero, pues generalmente resulta más eficaz atajar el problema aprendiendo a controlar y reducir nuestros gastos que esforzándonos por aumentar nuestros ingresos. Ganar más dinero no siempre es fácil y con frecuencia implica grandes esfuerzos, sacrificios o renuncias que a veces intentamos compensar gastando aún más dinero. Por ello es frecuente encontrar personas que, pese a tener un alto nivel de ingresos, continúan teniendo muchas preocupaciones económicas debido al tren de vida insostenible que llevan y que no paran de aumentar. A continuación te proponemos algunas formas de poner freno a esta tendencia:

1. Lleva las cuentas de forma organizada y por escrito

La primera y más importante medida que debemos poner en práctica es llevar un control de nuestros gastos e ingresos. Y no vale hacerlo de cabeza o de manera aproximada: anota todo lo que gastas, grande o pequeño, en un papel o en una hoja de Excel y dedica un rato todas las semanas o meses a examinar en qué te has gastado más o menos dinero o de qué gastos hubieras podido prescindir. Pon estos gastos en relación con tus ingresos reales (no cuentan pagos que no hemos recibido aún). ¿Has gastado más de lo que has ganado? ¿Has conseguido ahorrar algo?

No infravalores esta potente estrategia: el simple hecho de tomar conciencia de tus gastos y hacer el esfuerzo de anotarlos y analizarlos te llevará a modificar tus hábitos y a reducir tus gastos más superfluos. Actualmente existen diversas herramientas que te pueden ayudar a poner esto en práctica. Algunas ideas son las apps Fintonic o SmartyPig.

2. Menos tarjetas de crédito y más dinero en efectivo

La posibilidad de operar en bancos y comercios online y el uso de tarjetas bancarias nos ha facilitado la vida pero al mismo tiempo nos puede hacer perder el contacto con el valor del dinero. Este se convierte en un mero número en la cuenta bancaria que cambia con mucha facilidad, por lo que podemos tener la sensación de que las cosas cuestan menos de lo que realmente cuestan, ya que gastar es muy sencillo. Máxime cuando las propias páginas web ya almacenan cómodamente los datos de nuestras tarjetas y nos permiten comprar con un solo clic.

Esto es especialmente problemático cuando recurrimos a tarjetas u otros sistemas de crédito, que se nos ofrecen insistentemente como si endeudarse fuera lo normal. Pedir créditos a la ligera impide que veamos una bajada en nuestra cuenta bancaria y nos transmite una falsa sensación de que el dinero es infinito y siempre hay más, hasta que llega un punto en el que nos encontramos con un mar de deudas insalvable. Para evitar caer en estas trampas, te proponemos lo siguiente:

  • Paga siempre que puedas en efectivo, para tener un contacto directo con lo que estás gastando.

  • Evita guardar los datos de tus tarjetas en tu navegador de Internet y no recurras a pagos en un clic. Aunque resulta muy cómodo, esta comodidad hace que seas menos consciente de lo que gastas y hace más probable que compres por impulso cosas que no necesitas.

  • Si utilizas tarjetas, que sean de débito y no de crédito, es decir, gasta únicamente el dinero que ya tienes en tu cuenta bancaria utilizando tarjetas que reflejen ese gasto de manera inmediata, para que no tengas la sensación de que tienes más dinero del que tienes realmente ni te endeudes sin darte cuenta.

  • Consulta tus movimientos bancarios con frecuencia: si utilizas una cuenta bancaria para domiciliar tus gastos o pagas con tarjeta, es importante que observes con frecuencia los movimientos que se cargan para ser más consciente de ellos y de la cantidad de dinero que realmente tienes en la cuenta. También te ayudará a identificar posibles cobros erróneos o fraudulentos.

3. Evita las compras impulsivas o emocionales

A veces vemos algo que capta nuestra atención, nos atrae mucho o simplemente nos resulta irresistible. Aparecen pensamientos “tramposos” del tipo “Te lo mereces”, “Un día es un día”, “Con el día que he tenido necesito comprarme esto”, “De perdidos al río”, etc. En estas situaciones solemos comprar de forma un tanto impulsiva o automática, sin pararnos a reflexionar o a analizar si es una buena compra o cómo afecta a otras prioridades de nuestra vida. Muchas veces se trata de compras “emocionales”, es decir, ante una emoción negativa (o a veces positiva) en mi vida, recurro a las compras como una forma de gestionarlas en lugar de buscar otras estrategias más adecuadas (p. ej., hablar con otra persona sobre mi problema, buscar soluciones más útiles a largo plazo, buscar otros métodos para distraerme o relajarme, etc.). Con lo cual el problema es doble: de un lado gasto demasiado dinero en cosas que no eran realmente útiles o necesarias; por otra parte, “camuflo” ciertas dificultades en mi vida o en mi capacidad para manejar mis emociones recurriendo a las compras como estrategia “fácil” en lugar de aprender otras maneras más eficaces a largo plazo de enfrentarme a mis problemas.

Para evitar que esto suceda, te recomendamos esta regla: prohíbete incurrir inmediatamente en gastos que no tenías previstos o que no son esenciales. Frena y espera varios días para decidir, en otro momento en el que estés tranquilo y sin tentaciones, si realmente es algo que quieres comprar y que merece la pena. De este modo conseguirás que tus compras sean producto de tus decisiones y no de tus impulsos. Esto puede resultarte difícil al principio, pero si utilizas estrategias en ese momento para distraer tu atención con otras cosas (p. ej., hablando con alguien sobre otro tema, yéndote físicamente del lugar, etc.) te resultará más fácil resistirte a la compra impulsiva y con la práctica te será cada vez más fácil.

4. Busca alternativas de ocio más baratas

Aunque lo más visible, porque hay más interés económico en ello, son las formas de divertirnos y entretenernos que requieren dinero (p. ej., comprar juegos, contratar viajes, salir a comer o a bailar a sitios que cuestan dinero, ir de compras, etc.) en realidad hay muchas otras alternativas para pasarlo bien o desconectar que no suponen tanto dinero (o incluso gratuitas). Solo hace falta un poco de creatividad y de constancia hasta que creemos nuevos hábitos de ocio. Aquí tienes algunas sugerencias:

  • Salir al campo a pasear o a hacer algún deporte llevando nosotros la comida.

  • Visitar ciudades y pueblos cercanos.

  • Descargar contenidos gratuitos de Internet o jugar a juegos gratuitos de ordenador o en el móvil.

  • Leer libros, que podemos intercambiar con amigos.

  • Quedar con amigos para charlar o para jugar a juegos de mesa.

  • Practicar deportes que no requieran mucho material.

  • Disfrutar de las relaciones sexuales.

  • Cocinar recetas caseras.

  • Aprender algún hobby o habilidad (p. ej., cuidar plantas, manualidades, bricolaje…). Algunas de estas habilidades pueden incluso ahorrarnos dinero en casa.

  • Hacer voluntariado en organizaciones sobre temas que te interesen y te resulten gratificantes.

  • Informarte sobre exposiciones o eventos gratuitos en tu ciudad.

  • Y un largo etcétera: si no se te ocurren pregunta a tu alrededor y lo comprobarás.

5. Elimina tus deudas y comienza a ahorrar

A la hora de gastar dinero, asegúrate de que lo primero que hagas sea pagar las deudas que ya tienes contraídas, con la excepción de gastos realmente imprescindibles para poder vivir durante el mes (comida, agua, luz, gas y poco más). Muchas veces cometemos el error de asumir que tenemos más dinero del que realmente tenemos porque nos olvidamos de las deudas contraídas y solo las pagamos al final, cuando ya hemos gastado el dinero en otras cosas, con lo que acabamos acumulando aún más deudas. Si pagas cosas a plazos (hipoteca de la casa, coche u otras cosas que hayas adquirido a crédito), suma cuánto gasto mensual te supone y réstalo de tu sueldo: el resultado es tu nivel de ingresos real, no te engañes contando como tuyo un dinero que en realidad debes. Toma medidas para conseguir que tus deudas se reduzcan con el tiempo, en vez de aumentar. Evita pedir créditos o pagar cosas a plazos siempre que sea posible, ya que en el momento de comprarlo nos da la sensación de que “es gratis” y al final acabamos acumulando tantos pagos aplazados que cuando recibimos el sueldo no sabemos en qué se ha ido.

Si no tienes deudas o las tienes muy controladas, ¡enhorabuena! El siguiente paso es ahorrar. Tener dinero ahorrado es importante, ya que es lo que te permitirá hacer frente a posibles contratiempos, que antes o después se van a producir, y te ahorrará muchos disgustos y angustias. Además, será importante de cara a tu futuro y el de tu familia, pues si tardas mucho en empezar a ahorrar es posible que cuando quieras hacerlo ya sea mucho más difícil. Tener dinero ahorrado te permitirá tomar decisiones con más perspectiva. Una fórmula para ahorrar consiste en decidir una cantidad o porcentaje fijo de tus ingresos mensuales y guardarlo automáticamente en otro lugar o cuenta al que no tengas acceso normalmente. Así no contarás con ese dinero, siempre y cuando te prohíbas tocarlo salvo emergencias o decisiones que hayas previsto: nunca para caprichos o gastos cotidianos.

Eliminar deudas e incluso tener un “colchón de seguridad” con tu dinero te ayudará a vivir una vida más tranquila y a centrarte en lo que realmente importa.

6. Rompe con los malos hábitos

Una de las cosas en las que más dinero gastan muchas personas son los malos hábitos, ya estemos hablando de tabaco, alcohol, juego, porros, otras drogas, comida basura o un largo etcétera. Estas cosas, además de ser malas para nuestra salud y calidad de vida, tienen el problema de que cada vez queremos o necesitamos más para sentirnos bien, con lo que poco a poco van devorando todos nuestros ingresos, casi sin darnos cuenta.

Haz las cuentas: ¿cuánto dinero te gastas realmente en estas cosas? Y transfórmalo en algo significativo para ti, ¿en qué otra cosa más valiosa podrías invertir ese dinero? Esta motivación te ayudará a ir cambiando ese hábito problemático. Aun así, cortar con muchos de estas adicciones o malos hábitos puede ser complicado. En esta entrada te ofrecemos algunas sugerencias que te ayuden a dejar de fumar, pero si lo necesitas no dudes en acudir a un profesional: a la larga te saldrá más económico y tu salud te lo agradecerá.

7. Compara y busca servicios o productos más baratos

Otra estrategia que puede ayudarte a ahorrar mucho dinero es comparar y analizar antes de lanzarte a la compra. Con tiempo y paciencia, probablemente encuentres otros productos o servicios que se ajusten a tus necesidades por mucho menos dinero que la marca que está de moda o que se anuncia. Si no estás acostumbrado a comparar puede que te desespere al principio pero, como todo, es un hábito que se adquiere con la práctica.

Esta misma consigna se aplica también a los servicios que tenemos contratados (p. ej., compañía telefónica). Muchas veces nos mantenemos con el mismo proveedor por comodidad o porque es lo que teníamos inicialmente y no nos hemos planteado cambiarlo, pero si dedicas tiempo a hacer una búsqueda de alternativas comprobarás que hay más opciones de las que parecía y algunas puede que sean mucho más baratas de lo que tenías inicialmente. Y recuerda que “muchos poquitos” acaban sumando bastante dinero.

8. Calcula tus gastos en términos de cuánto sueldo te suponen

Un pequeño truco que puede ayudarte a tomar más conciencia de lo que gastas y a decidir si aquello que vas a comprar realmente merece la pena es convertir el precio en la cantidad de horas de trabajo que supone de acuerdo con tu sueldo. No tiene el mismo efecto psicológico pensar que algo vale 200 € que darme cuenta de que supone una semana de trabajo (con sus madrugones, su estrés, sus dificultades, etc.). Calcula cuánto dinero consigues por cada hora trabajada (aproximadamente) y utiliza esto como medida para decidir si realmente quieres incurrir en ese gasto: “¿Estoy dispuesto a trabajar una mañana entera para poder permitirme esto?”.

Del mismo modo, cuando elimines un gasto superfluo o ahorres cierto dinero puedes recordarte cuánto esfuerzo has ahorrado o acumulado para el futuro.

9. Anticipa los beneficios concretos que vas a conseguir en tu día a día

Cuando nos proponemos un cambio que nos supone un esfuerzo importante es esencial que tengamos muy claro qué beneficios concretos vamos a conseguir gracias a ello, ya que de otro modo lo normal será que nos desmotivemos rápidamente y desistamos.

¿Para qué quieres mejorar tu relación con el dinero? ¿Quieres poder estar más tranquilo o tener menos conflictos en casa? ¿Quieres viajar? ¿Quieres dejar de angustiarte con agradar a tus jefes por si te despiden? ¿Te gustaría poder matricularte en algunos estudios que te interesan? Cuando te encuentres en una situación que requiera de tu esfuerzo, recuérdate tus metas y los beneficios concretos que te va a reportar (la ilusión que te hace, la tranquilidad que vas a tener, etc.). Tener esto muy presente te ayudará a mantener tu propósito a largo plazo.

10. Prioriza lo realmente importante y busca soluciones a largo plazo

En ocasiones, los problemas de dinero nos meten en un círculo vicioso en el que vamos resolviendo situaciones puntuales que acaban generando problemas cada vez mayores (p. ej., pedimos un crédito para pagar otro). Es como sacar agua con cubos de un barco que se está hundiendo, de modo que por más que nos esforzamos cada vez estamos peor.

Algunas de estas situaciones pueden ser complicadas de manejar y requieren planificación y estrategia, algo que es difícil de hacer cuando uno está agobiado, pues la ansiedad nos impide ver las cosas con suficiente perspectiva. En estos casos, es importante que procures priorizar aquellas soluciones que te hagan estar bien a largo plazo, incluso si a corto plazo te llevan a pasarlo un poco peor.

Recuerda que hay profesionales que pueden ayudarte: desde asesores financieros que te enseñen a planificar mejor tu economía hasta psicólogos, que te ayuden a priorizar y a tomar buenas decisiones o a poner en práctica estrategias que sean más eficaces que las que estás utilizando ahora mismo. Es verdad que estas cosas suponen un gasto adicional a todo lo demás, pero insistimos: conviene priorizar las soluciones a largo plazo, ya que pensar a corto plazo es lo que nos está ahogando. Pregunta a profesionales de tu confianza e intenta llegar a acuerdos para que te puedan ayudar sin que suponga un desembolso económico inasumible para ti.

Esperamos que estas recomendaciones te sean útiles y te ayuden a mejorar tu calidad de vida y a permitir que el dinero sea una herramienta útil pero nunca un yugo que te esclavice y te impida vivir una vida plena. Si lo deseas, nuestros profesionales pueden analizar tus dificultades concretas y ayudarte a encontrar soluciones.


Irene Fernández Pinto

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Psicóloga con autorización sanitaria colegiada con número M-22996. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) y máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud (UAM-UNED).


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