Cuando hablamos de adicción nos referimos a algún hábito consistente en conductas peligrosas del que la persona no consigue prescindir por razones de dependencia psicológica o fisiológica.

Las formas más conocidas de adicción se refieren a ciertas sustancias como son el alcohol, el tabaco o las drogas, si bien también existen otros comportamientos que pueden generar adicción, como el juego o las relaciones sexuales cuando involucran algún patrón peligroso o inadecuado que no consigue minimizarse o controlarse.

Las personas que experimentan adicciones suelen tener dificultades para controlar su comportamiento de consumo inmediato con el fin de prevenir consecuencias (físicas, psicológicas, sociales, familiares…) que pueden ser desastrosas en el medio o largo plazo. Esto puede deberse a que el consumo se ha convertido en un hábito muy arraigado, a que resulta difícil renunciar a la gratificación o alivio momentáneo que supone o porque consumir ciertas sustancias o involucrarse en ciertas actividades permite escapar a una situación vital dolorosa o desagradable para la persona.

Sean cuales sean los motivos de la adicción, resulta muy difícil de controlar a la persona que experimenta y genera consecuencias muy indeseables en el medio o largo plazo que conviene evitar. Si te encuentras en esta situación es esencial que contactes con un profesional que te ayude a entender los mecanismos que rigen tu problema de adicción y te proporcione estrategias para modificarlo y poder reemplazarlo por otros hábitos o patrones de consumo más saludables.

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