El suicidio es una de las principales causas de muerte en nuestro país, muy especialmente entre adolescentes y jóvenes, y sin embargo se suele hablar poco de ello. Es un tema que asusta, preocupa, no sabe cómo abordarse y en muchos casos se trata como un tabú y se oculta. De hecho, mientras que en las últimas décadas otras causas de muerte como los accidentes de tráfico se han reducido considerablemente, las cifras de personas que interrumpen su propia vida o lo intentan va en aumento. Todo esto muestra que, aunque a veces pueda parecer que se trata de un hecho aislado, en realidad afecta a muchas más personas de las que solemos creer.

Afortunadamente, cada vez es mayor el conocimiento que existe sobre este tema en nuestra sociedad y cada vez son más los profesionales capacitados para ayudar a las personas que se plantean acabar con su vida a encontrar otras alternativas para librarse de su sufrimiento o a descubrir motivos para vivir.

Gran parte de las personas que se plantean el suicidio se encuentran deprimidas o tienen algún otro problema psicológico que les genera mucho malestar y les dificulta sobrellevar su día a día. En estas circunstancias, la persona puede sentirse con pocas fuerzas o capacidad y cualquier dificultad cotidiana puede suponer un obstáculo abrumador para ella. Además, muchos problemas psicológicos se caracterizan precisamente porque nos impiden observar la realidad de manera realista y la tiñen con matices oscuros y desesperanzadores que nos impiden ver la “luz al final del túnel”. Nuestra capacidad para tomar decisiones se ve deteriorada en estas circunstancias, por lo que nos resulta muy complicado encontrar soluciones alternativas.

En ocasiones, las personas atraviesan por crisis vitales o momentos complicados que no se ven capaces de afrontar, como la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, dificultades laborales o económicas, una situación familiar difícil, una situación de aislamiento social… La desesperanza y angustia que pueden generar estas y otras situaciones llevan a las personas al límite y hacen que se vean desbordadas por la situación, de forma que no consiguen ver ninguna otra salida o solución diferente al suicidio.

Si te has planteado suicidarte en algún momento, debes saber que lo que te sucede le pasa a muchas otras personas, que con frecuencia sufren en silencio. Es posible que sientas que te fallan las fuerzas, que la situación en que te encuentras es irreversible y no tiene solución o que no encuentras motivos para seguir adelante. Sin embargo, es importante que sepas que todo esto se puede cambiar si trabajas conjuntamente con un psicólogo que te ayude a recuperar las fuerzas que te hacen falta, a encontrar objetivos que te ilusionen y te interesen y a dar los pasos para conseguirlos, a hacer los cambios que necesites en tu vida, a relacionarte de otra forma con quienes te rodean y, en definitiva, a todo aquello que necesites para volver a dar sentido a tu vida y convertir los obstáculos en desafíos que se pueden superar.

Si sospechas o sabes que alguien de tu entorno está considerando el suicidio, no tengas miedo de hablar abiertamente de este tema siempre que él o ella esté dispuesto a hacerlo y en un momento adecuado. Muéstrate disponible, comprensivo y dispuesto a entender sin juzgar. No minimices el sufrimiento de la otra persona ni restes valor a sus intenciones: la mayoría de las personas que se suicidan han mencionado en algún momento su intención de hacerlo. Explícale que sea lo que sea lo que le ha hecho llegar a este punto, tiene solución aunque no consiga verla desde su lugar y ponle lo antes posible en contacto con un profesional que le ayude a dar los pasos necesarios para recuperar el control y la ilusión en su vida.

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