La autoestima es un concepto que, precisamente por lo popularizado que está, resulta muy manido y a veces difuso. Por eso muchas veces resulta difícil concretar exactamente a qué nos referimos cuando tenemos problemas de autoestima.
Para hablar de autoestima primero debemos hablar de autoconcepto. ¿Cómo te describirías a ti mismo? ¿Te conoces realmente? ¿Sabes qué se te da bien o mal, cuáles son tus gustos, tus características, cómo te perciben las personas que te rodean? Hay personas que tendrán muy claras las respuestas a estas preguntas mientras que otras dudarán más o incluso la imagen que tengan de sí mismas diferirá en gran medida de cómo son percibidas por otras personas. Todo esto está muy vinculado al concepto de identidad: cómo nos definimos a nosotros mismos en general y en ámbitos concretos (por ejemplo, nuestra identidad de género).
Una vez solventado el problema del autoconcepto, nos volvemos a preguntar: ¿qué es la autoestima? Y aquí entraríamos en una parte que no es meramente descriptiva sino valorativa. ¿Me gusta la persona que soy? ¿Qué siento cuando me miro al espejo? ¿Cuando me veo relacionándome con otras personas? ¿Cuando pienso en mi vida, en mis logros, etc.? ¿Me siento satisfecho con mi vida, con mi personalidad, con mis decisiones… o por el contrario tengo emociones negativas hacia mí mismo (desprecio, vergüenza, culpa, minusvaloración…).
En Libertia consideramos que el tema de la autoestima debe ser abordado en toda su amplitud y complejidad. Desde la psicología popular se han hecho abordajes muy superficiales de esta cuestión, hasta el punto de que parece resolverse con un sencillo “Háblate bien a ti mismo”, “Sonríete en el espejo”, cuando sabemos que la solución a estos problemas no es tan sencilla y que muchas veces una baja autoestima resulta muy limitante en la medida en que no solo nos hace sentir mal sino que incluso condiciona nuestras relaciones sociales, nuestras elecciones vitales, nuestra capacidad para alcanzar los objetivos que nos planteamos, etc.
Por este motivo, nuestro objetivo es siempre analizar tu autoestima en el contexto de tu vida y de tus objetivos y buscar que haya una armonía entre todo ello. La solución no es inflar artificialmente la autoestima sino asegurarnos de que nos conocemos a nosotros mismos y tenemos claro hacia qué objetivos aspiramos. Desde ahí aprenderemos a hacer una valoración ajustada de nosotros mismos y a aceptar aquellas partes que nos gusten y estén alineadas con nuestros valores y a desarrollar habilidades o tomar decisiones que nos permitan modificar y mejorar aquello que nos limita, de una manera constructiva y saludable.
Si sientes que tu autoestima te limita o que te cuesta entenderte y conocerte a ti mismo no dudes en solicitar a un profesional que te ayude a responder a estas cuestiones y a mejorar tu bienestar y tu autoconocimiento.