Reseña de la Guía para la Intervención Telepsicológica

El pasado mes de enero el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid publicó la Guía para la Intervención Telepsicológica coordinada por las psicólogas Marta de la Torre Martí y Rebeca Pardo Cebrián. Se trata de un documento muy útil para los profesionales que desarrollamos parte de nuestra labor en formato online, pues contiene un conjunto de indicaciones que facilitan la toma de decisiones del psicólogo en la práctica clínica cuando se llevan a cabo intervenciones mediadas por tecnologías (videoconferencia, email, programas estructurados en la web, realidad virtual…).

En Libertia Psicología ofrecemos este tipo de servicio a muchos de nuestros usuarios que no pueden desplazarse a nuestro gabinete, o deciden no hacerlo, por distintas razones, ya sean geográficas, laborales, familiares, etc. Por este motivo, hemos considerado fundamental mantenernos actualizadas con respecto a las recomendaciones que ofrece esta guía, con el fin de maximizar la eficacia de nuestras intervenciones online. A continuación resumimos algunos puntos que pueden resultar de interés si te estás planteando acceder a una terapia psicológica mediante Internet con el fin de asegurarte de que se siguen una serie de buenas prácticas.

 

Utilidad y eficacia de la terapia psicológica por Internet

Las investigaciones muestran que las intervenciones psicológicas online son eficaces, principalmente desde un enfoque cognitivo-conductual. Se ha encontrado apoyo empírico sobre todo cuando se usa en el tratamiento de problemas de ansiedad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés postraumático, insomnio, problemas de control de peso, adicciones y dolor entre otros, aunque es necesario continuar investigando.

La mayor parte de las investigaciones se han hecho en adultos, aunque se ha sugerido que esta modalidad de intervención podría ser particularmente beneficiosa para niños y adolescentes, que están más habituados a este formato de comunicación.

La intervención telepsicológica se suele utilizar como terapia psicológica en sí misma (íntegramente o combinada con sesiones presenciales), como complemento al tratamiento presencial (p. ej., para conocer a un familiar, prestar apoyo inmediato en ciertas situaciones, aumentar la frecuencia de las sesiones, etc.), para permitir seguimientos más completos y prolongados de una terapia presencial, para prestar apoyo en momentos de crisis o para realizar evaluaciones mediante tests o programas estandarizados, entre otros.

Todavía no hay evidencia suficiente sobre muchos de los aspectos que afectan a la telepsicología, si bien algunas investigaciones sugieren que estas intervenciones pueden contribuir a reducir el estigma y suponer una mayor apertura y satisfacción para el cliente, aunque todavía muchas personas manifiesten desconfianza ante estas tecnologías.

Existe evidencia suficiente que indica que es posible construir una alianza terapéutica fuerte e incluso similar a la que se establece en una terapia presencial, aunque esto todavía pueda suponer un desafío para muchos de los psicólogos que trabajan en este formato.

No obstante, es importante ser conscientes de algunas de las limitaciones de la telepsicología. Por ejemplo, cuando utilizamos la videoconferencia perdemos información auditiva, visual u olfativa y podemos tener dificultades técnicas, como una mala conexión a Internet, que provoquen interrupciones en la conexión. También pueden producirse brechas en la confidencialidad, por lo que es esencial tomar las medidas de seguridad adecuadas.

Cuando utilizamos el email con este fin debemos ser conscientes de que nuestra capacidad de expresión se reduce a lo escrito y perdemos información no verbal. También hay que tener en cuenta que el correo electrónico no es un medio de comunicación inmediato ni es eficaz en crisis. Asimismo, recordemos que la comunicación estará mediada por la habilidad escrita de los interlocutores y tomemos todas las medidas a nuestro alcance para evitar que se produzcan problemas de confidencialidad (p. ej., si se reenvían los emails o si se abre el correo desde distintos dispositivos).

Asimismo, para que la intervención tenga eficacia es fundamental garantizar que se cumplen una serie de requisitos. En concreto:

  • Espacio terapéutico: debe garantizarse que la comunicación se produce en un espacio privado, que el terapeuta se conecta desde un espacio profesional, con una iluminación adecuada y que la cámara se sitúe a una altura y en un ángulo adecuado y el encuadre muestre la postura y el espacio de trabajo.

  • Condiciones tecnológicas: será necesaria una conexión a Internet rápida y estable, preferiblemente por cable. También conviene disponer de un teléfono por si se interrumpe la comunicación y no tener otras aplicaciones abiertas que interfieren. Es importante que los equipos utilizados dispongan de antivirus y restricciones de acceso.

 

Recomendaciones prácticas

Tal vez los puntos más interesantes de esta guía sean las recomendaciones concretas que ayudan al profesional a tomar decisiones y a adaptar su práctica a este formato para maximizar su eficacia. Algunas de estas recomendaciones serían las siguientes:

  • Evaluar que el cliente se maneja bien con las tecnologías o contar con algún colaborador presencial que pueda ayudarle con esto.

  • Apoyarse en recursos multimedia para pedir feedback y adaptar los recursos y el lenguaje a este medio. Por ejemplo, emails con instrucciones, videoclips, registros automáticos, etc. También se pueden utilizar estos apoyos para remarcar las tareas explicadas durante la sesión, para modelar procedimientos o para enviar lecturas relevantes o pedir feedback.

  • Ser cuidadoso y habilidoso con la expresión del mensaje, especialmente si es escrito, pues las palabras pueden tener mayor peso.

  • Ser más explícitos, especialmente respecto de las emociones y reacciones de los interlocutores.

  • Contactar con el cliente por correo electrónico antes de la primera sesión para solicitar datos personales, resolver dudas y promover la familiaridad.

  • Ajustar expectativas y aclarar la naturaleza de la terapia.

  • Dar máxima seguridad y sensación de control al cliente (confidencialidad, requisitos técnicos, dificultades que puede tener, etc.).

  • Ajustar el ritmo reduciendo la velocidad de las verbalizaciones.

  • Enfatizar la comunicación no verbal.

  • Emplear habilidades de escucha activa con más frecuencia.

  • Ofrecer más vías de comunicación (email, mensajería instantánea…).

  • Pedir feedback de si se ha entendido el mensaje.

  • Plantear las preguntas de forma secuencial y esperar a que se respondan por completo.

  • Resolver las dificultades en la comunicación con empatía (p. ej., interrupciones).

  • Tratar con el cliente si se siente “raro” usando este medio.

  • Usar recursos que ayuden a expresar emociones como emoticonos u otros aspectos no verbales.

Debemos recordar que las contingencias que operan en el contexto online pueden ser diferentes de las que operan en el formato presencial. Por ejemplo, puede producirse un efecto de desinhibición que haga que algunas personas actúen o se expresen de manera más abierta que en el formato cara a cara.

Además, será necesario adaptar las técnicas de intervención a este formato. Por ejemplo:

  • Técnicas de control de la activación: puede ser necesario ampliar el campo de visión de la cámara o contar con un vídeo o audio con instrucciones.

  • Exposición en vivo: dado que muchas veces no podrá realizarse en presencia del terapeuta, puede ser útil contar con un coterapeuta, entregar instrucciones por escrito y anticipar las dificultades que puedan surgir. Cuando se lleva a cabo en sesión hay que prestar atención a conductas de evitación que puedan ser difíciles de percibir online y pedir colaboración al cliente. También puede ser útil realizar grabaciones del terapeuta, trabajar la exposición mediante vídeos o pedir al cliente que se grabe durante la exposición.

  • Reestructuración cognitiva: En el caso de esta técnica será especialmente importante evitar o manejar posibles solapamientos y cortes en la comunicación entre el terapeuta y el cliente, así como respetar los tiempos  para evitar interrupciones. También se recomienda acompañar con documentos explicativos.

  • Entrenamiento en habilidades sociales: cuando sea posible, se recomienda derivar a psicólogos que puedan atender al cliente presencialmente o buscar un colaborador local. Si se realizan role-playings en sesión conviene ajustar el plano de la cámara a las necesidades del mismo.

  • Técnicas de ensayo en imaginación: en este caso será importante garantizar que el cliente está concentrado y evitar interrupciones o distracciones. En este sentido, conviene instruir previamente al cliente para que maneje adecuadamente su entorno y prevenga estas interrupciones.

 

Actuación en situaciones de crisis

Existe controversia con respecto a su uso en situaciones de crisis, pues hay profesionales que no lo ven recomendable mientras que otros sí lo consideran una oportunidad. En cualquier caso, se recomienda que cuando se ofrezca terapia online se cuente previamente con un plan de actuación que garantice la seguridad del cliente en caso de emergencia. No parece adecuado para personas que experimentan crisis recurrentemente pero sí puede prevenir decisiones precipitadas que contemplan la violencia o el suicidio. Algunas recomendaciones adicionales serían las siguientes:

  • Recabar información del contexto cuando se establece el primer contacto con el cliente.

  • Ser conscientes de que la intervención online puede ser desaconsejable en algunos casos, si bien aún no hay investigación suficiente y hay discrepancias en este sentido, pero se recomienda prudencia en casos de ideación suicida, agresores sexuales, relaciones violentas o violencia de género, ideación homicida o amenaza de hacer daño, problemas de alimentación graves, abuso de sustancias o pérdida del juicio de la realidad. En general, y dado que hay menos control y que es más difícil evaluar el estado psicológico y nivel de deterioro del cliente, conviene ser conservadores y desaconsejar la terapia online si el problema es grave y difícil de controlar a distancia.

  • Aun así, podemos encontrarnos situaciones de crisis sin haberlo previsto, por lo que debemos conocer los dispositivos de emergencia ubicados en la zona.

  • Es importante obtener información de la identidad del cliente y ponerle en contacto con recursos profesionales de apoyo en su zona.

 

Adaptaciones a poblaciones específicas

En la Guía también se nos proporcionan algunas indicaciones destinadas a adaptar nuestra teleintervención a poblaciones específicas. Por ejemplo:

  • Adolescentes: en estos casos es especialmente imposible prestar atención a la confidencialidad y contar con el consentimiento informado de los tutores legales, así como contextualizar la intervención para evitar que se pierdan los roles y normas que deben regir la interacción terapéutica.

  • Pareja: Cuando se lleva una intervención que involucra a varias personas es esencial abordar con ellas la importancia del respeto a la intimidad y privacidad de cada uno de ellos, por lo que conviene que cada uno tenga su propia cuenta y usuario. También será importante manejar adecuadamente la interacción (mediante el establecimiento de turnos de palabra o cortando interacciones aversivas, por ejemplo), puesto que es esta interacción precisamente lo que queremos moldear con nuestra intervención. También es especialmente importante tener cuidado de que un miembro de la pareja pueda grabar la sesión sin informar de ello u obtener consentimiento con el fin de utilizarlo con fines judiciales.

 

Desde Libertia queremos agradecer al COP, así como a todos los investigadores que han participado en este proyecto, y en especial a sus coordinadoras, la labor realizada por desarrollar esta guía, que nos ayuda a mejorar nuestra práctica profesional y a velar por la eficacia y la seguridad de las intervenciones que realizamos mediante Internet.

Pinchando aquí puedes acceder a la Guía completa si deseas consultarla en detalle.


Irene Fernández Pinto

Psicóloga con autorización sanitaria colegiada con número M-22996. Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) y máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud (UAM-UNED).


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